la luz que te ilumina en todos tus caminos,
el manantial que evita que se resequen tus labios,
aquella brisa suave que juega con tu abrigo.
Quisiera en las mañanas despertarte con un beso
sentir al amanecer que este mundo es tuyo y mío,
entregar a ti y a Dios cada instante de mi vida
y escaparme con tu alma a nuestro propio paraíso.
Quisiera que en las noches durmieras en mis brazos
que sintieras mi calor en ese silencio frío,
y allí por fin a tu lado; por fin sintiendo tu cuerpo:
descubrir que eres mi cielo, descubrir que por ti vivo.
Quisiera huir de tu vida y que me echaras de menos,
que me extrañaras un poco; que no quedara en tu olvido,
para saber que te importo, para saber que me estimas,
por ti saberme valioso y de ti sentirme querido.
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