¿Y la poesía?

Ya encontré la manera de enterrar los suspiros
en cofres de negra resignación.
Ya ahogué en mis lágrimas
los momentos que compartimos,
los lugares que visitamos
y las fechas especiales
que son todas las vividas
contigo, en ti y por ti.

Ya descubrí como quemar
las palabras en el fuego de tu ausencia.
Lo que te dije, lo que no te dije,
lo que te oculté y lo que te grité al oído.
Todo ha sido lanzado a la hoguera
que se alimenta de tu olvido
y lo curioso es que las llamas
se acrecientan día a día.

¿Y la poesía?
¿dónde dejo la poesía?
¿cómo se deshace un verso que se ha grabado tan dentro
y tan profundo en el alma?
¿cómo se socava el rastro de un soneto construido
en el fulgor de tu mirada?

Tanta poesía…
¿qué hago con la poesía?
llévatela tú,
llévatela lejos,
para qué quiero estas letras ordenadas en tu nombre,
para qué quiero estas líneas en el eco de tu ausencia.

Y más si después de todo en cada verso sigues viva,
presente e inspiradora
y me dueles, y me quemas, y te leo y me consumes
al sentirte aquí y ahora.
Y todo porque has empapado mis silentes manuscritos
con tu voz cautivadora
y todo porque has pigmentando todas mis líneas obscuras
con el halo de tu aurora
y sobre todo, mi vida, porque has teñido mis letras
en tu matiz trascendente
y hasta mis horas futuras están todas ya marcadas
con tu presencia indeleble.

Y aunque borrara tu poema de mi piel
y tu piel de mis poemas
no podría sacarme nunca de mis ingentes recuerdos
lo profundo de tu esencia,
y más cuando has eternizado hasta mis liras efímeras
en mi pecho ahora abierto
y he escrito tu nombre con letras de fuego
en mi corazón.

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