Hay amores

Hay amores que dejan en la piel las huellas de los besos
y otros que marcan el alma con profundas cicatrices.
Hay amores tan constantes que hasta parecen eternos
y amores tan fugaces de los que jamás se escribe.

Hay amores tan cercanos como el palmar y la brisa
y amores tan distantes como el plinto y la cornisa.
Amores que se esconden en sábanas clandestinas
y amores que se exponen a plena luz del día.

Amores que se expresan de una y mil maneras
y amores que reprimen todo rastro de existencia.
Amores que se exhiben cual magnánimo trofeo
y amores que se guardan en silencio y en secreto.

Amores que nos dan vida y amores que nos la quitan
amores que son tormento y amores que son caricia.
Amores que nacen y amores que mueren
Amores que viven y amores que matan.

Y también está este amor indescriptible y extraño,
que no sé dónde ubicarlo, que no hay cómo definirlo,
ni en un verso o un tratado, ni en un grito o un silencio,
ni en un sueño o un suspiro, ni en un canto o un lamento.

Amor tan desconcertante y de inéditas facciones
tan profundo en sus raíces y tan distante en sus frutos.
Que no se puede decir, pero tampoco callar,
que no se puede mostrar, pero tampoco ocultar.

Amor presente y ausente, amor que es propio y ajeno,
amor que quiere mostrarse, pero no debe sentirse.
Amor que quiere nacer para ver la luz del mundo
pero que al menos por ahora debe morir en las sombras.

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